Paso 38: El viaje (I)
Llegó el día D. Tras un intenso sprint final de
celebraciones y despedidas se inicia una nueva etapa en mi vida. Nunca me ha
faltado cariño por parte de mi gente pero esta temporada ha sido increíble,
insuperable. Como colofón, han venido muchos de mis amigos a decirme hasta luego a la
estación de tren y me han regalado esta foto (perdón por la calidad pero no tengo escáner) para que los tenga presentes desde
la otra esquinita del mundo. Deberían saber que siempre lo estarán, aunque así
podré presumir de amigos con los aussies. Me encantó la escenita que montamos en la estación, todos uniformados allí despidiéndome :) Luego me quedó un momentito (mucho mejor que fuese breve) para los últimos
abrazos con los papis y mi hermana.
Aunque se escapó alguna lagrimilla, incluida la mía, fue bastante bien
para lo que había imaginado. Nos echaremos de menos pero seguro que encontramos
la forma de hacerlo más llevadero. Me
quedaré para siempre con la sensación del tren saliendo de la estación. Llevo
ya unos cuantos pero este viaje tiene una connotación obvia que lo hace único.
En Madrid fui tratado como un rey por Óscar y Vane, mi
último “enlace” antes de embarcar. Decidí acercarme ya el día antes del viaje a
la T4, dejar facturada a maleta y sacar la tarjeta de embarque para el primer
tramo del viaje. La verdad es que fue una gran idea porque cargar uno solo con
dos maletas y un portátil de camino al aeropuerto no es demasiado cómodo. Además
me evitaba las prisas del día siguiente, pudiendo ir directamente a la puerta
de embarque con el equipaje de mano.
Mi despedida de España estuvo genial, hasta nos fuimos de
fiesta un rato para hacer sueño para el largo trayecto en avión. El primer
problema vino esta mañana ya que al llegar al aeropuerto me comentaron que el
vuelo de Frankfurt venía con 30 minutos de retraso, con lo que iba a tener unos
20 minutos para llegar a tiempo al siguiente vuelo. Al final hubo que correr y
llegar un poco en el límite pero me dieron las tarjetas para los dos vuelos
restantes y pude embarcar sin problemas. Genial el momento malayo, con su “Welcome Mr. Rodrígues, we were waiting
for you”.
Ahora mismo está anocheciendo mientras sobrevolamos algún
lugar de Afganistán, llegando casi a Pakistán y la India. Llevo unos 5.000 km
de esta etapa y aún me quedan otros 6.000. Se está haciendo largo, y van unas 7 horas y esperaba conseguir
dormir un poco más. Ademas me tocó ventanilla por lo que tengo que andar
pendiente de mi compañero de viaje, un señor alemán que ronca de forma
patológica, para irme a dar un paseo y estirar las piernas. Por cierto, la
compañía aérea muy bien. Volamos en un Boeing 777 con bastante espacio, cada
pasajero dispone de una pantalla LCD para ver película, series o jugar a unos
videojuegos algo cutres pero que sirven para matar el rato (cuando me cansé de
estudiar me puse a hacer sudokus), y el personal de vuelo realmente servicial y
amable. Están constantemente pasando con bebidas y frutos secos y el pollo que
comimos estaba realmente bueno (aunque creo que soy el único al que le gusta la
comida de avión). Por comparar con compañías que ya conociese, el nivel de
servicio fue bastante similar al de American Airlines o Qatar Airways.
Voy a intentar dormir un poco más, seguiré con el viaje en el próximo post. No tengo claro si mi compañero alemán sabe español o simplemente curiosea, en plan descarado, lo que estoy escribiendo. En cualquier caso, estoy deseando llegar y poder subir esta entrada, e ir descubriendo lo que me espera en el último continente que me faltaba por pisar, Oceanía.
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